sábado, 9 de mayo de 2009

TEORÍA PSICOGENÉTICA, PEDAGOGIA OPERATORIA


El presente trabajo abordará los temas de la teoría psicogenética y la pedagogía operatoria, así como también versará sobre las ideas del Piaget, sus aportes y los resultados de sus investigaciones en relación a las etapas de desarrollo. Además hará referencia al constructivismo, los enfoques y el impacto que tiene este en la educación.
Antes de adentrarnos a la temática es necesario retomar algo de la historia sobre la concepción del aprendizaje y el desarrollo evolutivo del ser humano. Iniciaremos señalando que los primeros estudios que se hicieron sobre el desarrollo del aprendizaje lo realizaron los empiristas, quienes afirmaban que nada pasa por la inteligencia humana que antes no haya pasado por los sentidos. Dentro esos empiristas se encuentra Locke quien pensaba que la mente podía ser comparada con una tabula rasa que a lo largo de la vida se iba llenándose de conocimiento a través del contacto con el mundo.
Años después nace la gran corriente de la escuela nueva y activa en la pedagogía, la cual fue desarrollada por pedagogos tan notables como Decroly, Montessori, Dewey y Ferriere. (En relación con la actividad espontánea del niño la concepción constructivista está muy ligada a la escuela nueva).
Más tarde llegaron los conductistas y mecanicistas, quienes retomaron estas ideas fundamentales para sus teorías, ya que para ellos el individuo es producto de sus experiencias y lo importante del organismo es lo que llega de fuera y lo moldea. Esta ideología fue muy relevante en su época, porque fueron los inicios del trabajo sobre el estudio de las conductas, además de que fueron aplicadas en la educación.
Posteriormente se busco la manera de investigar acerca del modo en el que los individuos hacen el planteamiento del problema y encuentran la solución al mismo. Así surge el constructivismo, como un intento de integración de los conceptos de las diferentes corrientes de estudio que tienen en común considerar que el desarrollo es evolutivo, que la adquisición del conocimiento es espaciosa y que se va construyendo con los conceptos previos que el sujeto posee y que se integran a los nuevos contenidos que le son significativos y lo motivan a seguir aprendiendo.
El constructivismo tiene una de sus fuentes en la teoría psicogenética de Jean Piaget, considera que la adquisición del conocimiento es un proceso que realiza el sujeto de manera individual a través de dos procesos con las que asimilan y acomoda las experiencias, que de manera sensorial recibe. A diferencia de los epistemólogos Piaget recurre a la psicología para responder a las interrogantes de cómo construye el conocimiento el individuo y describe al desarrollo cognitivo como:
“un incremento o progreso en la capacidad del sujeto a comprender,
explicar y predecir el mundo que le rodea … en el ser humano existe
una predisposición a dar sentido al entorno, y es este impulso, de origen
cognitivo pero también afectivo, lo que lo lleva a construir, a partir de las
informaciones tomadas del ambiente, esquemas mentales explicativos
de la realidad”[1]

Lo anterior evidencia lo provechoso e importante que es para los maestros y, en general para cualquier persona que este en contacto con niños el conocer cómo se produce el desarrollo cognitivo del alumno, sus etapas y las múltiples causas que influyen en él. Ya que de esto dependerá el éxito que se logre con los mismos. Cabe mencionar que los factores que intervienen e interactúan en el desarrollo cognitivo son diversos y responden a múltiples variantes.

Obviamente que el conocer dichos factores facilita el distinguir aspectos valiosos como la manera en que se constituye la personalidad de nuestros alumnos, los procesos de su aprendizaje y la relación que establece con su vida cotidiana. De ahí que cualquier diseño de actividad que realice el maestro debe tomar en cuenta el contexto, los intereses y la edad el desarrollo de los niños con los que trabaja. En relación a la edad de los niños Piaget formula una ruta de desarrollo intelectual que parte del momento del nacimiento y que tiene su madurez alrededor de los quince años.

Esta ruta no es otra cosa que las etapas del desarrollo de Piaget que son cuatro: 1ra. Sensoriomotora, 2da. Preoperacional, 3ra. Operaciones concretas y 4ta. Operaciones formales. “Cada una de las cuales se distinguen...por el hecho de que los niños empiezan a usar un nuevo tipo de estructura intelectual”[2]
Para el pedagogo suizo la modificación de dichas estructuras intelectuales se da a través de la relación entre el objeto de estudio y el sujeto en un proceso fundamentalmente interactivo. Conforme el sujeto madura, una especie de intercambio va conformando los esquemas de pensamiento y por ello el conocimiento se construye bajo estos dos principios básicos de la teoría piagetiana: la asimilación y acomodación de la información.
“Durante la asimilación, interpretamos el mundo externo en términos de nuestros esquemas actuales…en la acomodación, ajustamos viejos esquemas o creamos otros nuevos después de constatar que nuestro pensamiento actual no aprende el entorno completamente”[3]
Puede el alumno dentro de la asimilación y acomodación del conocimiento interpretar el entorno de manera errónea, pero eso no significa fallo del aprendizaje, sino obstáculos con los que se enfrenta el pensamiento del alumno, mismos que lo llevaran a la reacomodación del esquema a aprender. Al hablar de esquemas no siempre nos referimos al desarrollo de conceptos o de contenidos, sino también a lo afectivo y a lo social.
Estos dos últimos elementos deben ser igual de prioritarios que los contenidos a trabajar en clase. Mucho se habla ya de esto en el ámbito educativo y se plantea también como reto al maestro el fortalecimiento de los aspectos conceptuales, procedimentales y actitudinales como una manera de desarrollar de manera integral la formación de los alumnos. Cuando se establece esa relación entre datos y acontecimientos que suceda a nuestro alrededor hablamos de una Pedagogía Operatoria, la cual se define como “una coherencia que se extienda no sólo al campo de lo que llamamos intelectual sino también para lo afectivo y los social. Se trata de aprender a actuar sabiendo lo que hacemos por qué lo hacemos”[4]
En el momento en el que el alumno logra ser consiente de sus actos, que puede desenvolverse adecuadamente en cualquier contexto como un constructor activo de su propio conocimiento y que además es capaz de tener una inteligencia cognitiva y afectiva, se podrá entonces afirmar que el maestro cumplió con su labor de formador desarrollando las competencias del saber, saber hacer y saber ser.
Ojalá que cada uno de nosotros aporte su granito de arena para enriquecer y elevar la calidad de la educación, porque solo con el compromiso de mejorar nuestra práctica es como defenderemos la dignificación de la escuela pública y el engrandecimiento del país.
BIBLIOGRAFÍA
TRILLA J. y otros. El Legado Pedagógico del siglo XX para la escuela del siglo XXI. 3° Ed., Barcelona: GRAO, 2005. 358 p.
MORENO Marimón, Monserrat. La pedagogía operatoria. Un enfoque constructivista de la educación. México: Fontamara, S. A., 1997. 363 p.
ASTOLFI, Jean Pierre. El erro un medio para enseñar. Biblioteca para la actualización del maestro, SEP. México 2004. 97 p.
A. Strommen Ellen. Psicología del desarrollo. Editorial el Manual Moderno. México 1982. P.57.
E. Berk, Laura. Desarrollo del niño y del adolescente. Editorial PRENTICE HALL. 4ta. Edición. España 1999. 1011 p.
[1] TRILLA, J. y otros. El legado pedagógico del siglo XX para la escuela del siglo XXI. Grao 2005, p. 181.
[2] A. Strommen Ellen. Psicología del desarrollo. Editorial el Manual Moderno. México 1982. P.57.
[3] E. Berk, Laura. Desarrollo del niño y del adolescente. Editorial PRENTICE. España 1999. P. 281.
[4] MORENO Marimón, Monserrat. La pedagogía operatoria. Un enfoque constructivista de la educación. México: Fontamara, S. A., 1997. P. 46.

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