sábado, 9 de mayo de 2009

Inteligencia Social y Emocional

¿Qué importancia puede tener conocer la teoría de la inteligencia emocional?
La inteligencia emocional es nuestra capacidad de comprender nuestras emociones y las de los demás. La inteligencia emocional determina, por ejemplo, nuestra capacidad de resistencia a la frustración, a la confusión, o nuestra manera de reaccionar ante la adversidad. Nuestra capacidad de aprendizaje está, por tanto íntimamente ligada a nuestra inteligencia emocional.
Dentro de la inteligencia emocional adquiere especial importancia el equilibrio personal, la autoestima y la empatía. También es importante la meta-afectividad o capacidad del sujeto para cono­cer y gobernar los sentimientos que provocan los fenómenos afectivos. Este componente se refiere sobre todo a las habilida­des que tiene el sujeto para comprender la afectividad.
Las implicaciones de la inteli­gencia emocional se inician en la propia persona, con toda la riqueza y complejidad del paisaje emocio­nal, y se extiende a las distintas situaciones interhumanas y expe­riencias vitales; de hecho, la inte­ligencia afectiva repercute en todos los ámbitos de la vida: familiar, 'académico: laboral, social, etc. Por eso es importante desarrollarla desde la temprana infancia.
Algunas características de las personas con inteligencia afectiva son: se condu­cen con equilibrio y manifiestan una inclinación afectiva hacia los otros, a menudo en forma de sim­patía, es decir, propenden a con­moverse espontánea y sincera­mente con los sentimientos de los demás. Son capaces de ponerse en el lugar de los otros, reconocen los estados de ánimos propios y ajenos, además saben expresar lo que sienten.


¿Qué es la inteligencia social y como se puede trabajar en el aula?
La escuela del nuevo milenio tiene ante sí el reto de educar armónicamente, desde el respeto a las diferen­cias individuales, todas las ver­tientes de la personalidad. Des­de la pedagogía, son cada vez más las voces que coinciden en afirmar que si la institución escolar no cultiva todos los aspectos, esto es, si no se huma­niza la educación, la sociedad va directo al fracaso. Hoy no puede concebirse una educación integral sin el desa­rrollo de la inteligencia social en armonía con la racionalidad.
Es comúnmente aceptado que las personas con elevada inteligencia social tie­nen más posibilidades de adap­tarse a las situaciones y de obte­ner éxito en los proyectos que emprendan. Está comprobado en los resultados obtenidos tras la aplicación de algunos progra­mas encaminados a favorecer el aprendizaje social y emocional en algunas escuelas revelan que los escolares que han participado en el proceso mejoran significa­tivamente más que los alumnos que no han seguido ningún entre­namiento especial
El docente debe utilizar estrategias didácticas que impacten en el desarrollo de la inteligencia social y en las que se favorezca el trabajo colaborativo como el aprendizaje basado en problemas, el método de proyecto, el método de casos o resolución de dilemas, ya que estas promueven el trabajo en equipo, así como trabajar en situaciones de la vida cotidiana por medio de la reflexión y a través de propuestas de acción por parte de los alumnos en base a sus intereses y en base a situaciones sociales reales en las que el alumno va desarrollando habilidades para conducirse adecuadamente en la sociedad. Cabe mencionar que en la Reforma de Educación Básica ya se sugieren dichas estrategias para el desarrollo de una educación integral.
Ya desde el plan 2006 de secundaria y muy recientemente en el plan 2009 de Educ. Primaria se señalan cinco competencias básicas para la vida y una en especial se enfoca a la inteligencia emocional la cual dice lo siguiente: Competencias para la convivencia. Implican relacionarse armónicamente con otros y con la naturaleza; comunicarse con eficacia; trabajar en equipo; tomar acuerdos y negociar con otros; crecer con los demás; manejar armónicamente las relaciones personales y emocionales; desarrollar la identidad personal y social; reconocer y valorar los elementos de la diversidad étnica, cultural y lingüística que caracterizan a nuestro país, sensibilizándose y sintiéndose parte de ella a partir de reconocer las tradiciones de su comunidad, sus cambios personales y del mundo

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